Ahora me doy cuenta

Ahora me doy cuenta, después de tantos años,
de que muchas vidas ─dentro de esta─
atravesaron mis pasos: la de las primeras risas;
la del primer llanto; la de los primeros juegos
con mis amigos en el patio; la de niño bueno
y la de ¡no seas trasto!; o aquella de ¡vaya,
el estirón que has dado!, cuando la inocencia,
a punto de lanzarse hacia el primer amor,
se estrella contra el primer desengaño.
Vidas dentro de vidas,
como matrioskas que se van tragando
unas a otras hasta ocupar todas el mismo espacio;
las vestidas de gloria esconden otras tantas
cuyas ropas fueron los fracasos.
Por eso me doy cuenta, tras todo el camino andado,
de que la miel no es tan dulce si no se enfrenta a lo agrio,
y de que tropezar es solo un síntoma de vivir avanzando
de una existencia a otra, y a otra, y a otra...siguiendo el rastro
de furtivos instantes en los que ansiemos demorarnos.
Ahora me doy cuenta (me lo contaron mis pasos)
de que el tiempo sopla y se lleva
solo las sendas que, por temor al dolor, abandonamos.

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