Salir corriendo de lo que nos asusta, de lo que nos da miedo —al fin, de uno mismo—, solo conduce a abandonar el centro. De puntillas, entre los pedazos de un corazón maltrecho, ya no sabemos si andamos tras algo o estamos huyendo. Perdemos de vista que no es tan terrible, el dolor, como creemos. Tratando de evitarlo, caemos de bruces sobre charcos...Seguir Leyendo
- 15 jun 2018
- 0 Comments