Camino a casa
que intentamos sellar
sea la apertura
que nos permita ver
más allá de nuestro dolor,
y que el dolor del que huimos
sea la mano
que nos anime a avanzar.
El vacío que nos asalta
es solo un instante de extravío;
vértigo provocado
por la distancia de uno mismo.
El sol despierta cada mañana
en las puntas abatidas
de los sauces, donde la brisa
reanuda su danza
vestida de lágrimas de luz.
Un cielo malva
se torna azul tras oír la llamada
del amor que no espera nada.
La esencia que nació junto a nosotros
aguarda intacta nuestro regreso.
Puede que la grieta
y el dolor sean
el camino a casa.
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