Deja que duela

Dolor.

La sola palabra provoca tensión; nos empuja a huir. Como si todo en la vida consistiera en escapar de lo que duele.

¿Y si fuésemos capaces de distinguir entre dos tipos de dolor: el necesario y el inútil? ¿El que sirve para transformarnos o el que nos causamos a nosotros mismos con las diferentes formas de apego?

Lo malo no es sentir dolor, sino evitar el primero mientras nos aferramos a lo que nos hace sufrir.

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