Semejanza

Con frecuencia oímos
que somos
imagen y semejanza
de algo más grande que nosotros.
Pero no podemos
evitar ver nuestras diferencias
cuando nos miramos
unos a otros.

Las flores
son distintas en la superficie.
Todas, sin embargo,
hunden sus raíces
en las entrañas de la misma tierra.
Siempre afanadas siendo.
No se comparan...se reflejan
y realzan su belleza.
Así es como dan permiso
a la vida
para que fluya hacia afuera
en las múltiples fragancias
que el viento amalgama
cuando las agita.

Lo entiendo,
es duro cargar
con el peso de la libertad
sobre los hombros desnudos;
y tener que decidir
entre esperar a que nos amen o,
como colibríes, beber
de nuestro propio corazón.

Por eso nos perdemos,
a veces,
buscándonos en las grietas
de espejos rotos;
anhelando recomponer
nuestra nostalgia de ser
con fragmentos perdidos
en las miradas de otros
que también escogieron
darse la espalda.

Mientras, las flores siguen
liberando su perfume
en el aire que todos respiramos.
Y ahuecan, incansables,
con sus raíces,
la misma tierra
que se aprieta bajo nuestros pies
para enseñarnos cuál es el camino.

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