Océano
No sé qué pueda yo darte.
¿Qué pueden ofrecer dos manos
que brotan de un corazón
que recita versos?
Manos en las que la vida se agita
Manos en las que la vida se agita
cuando descubren el rostro
velado del amor en cada palabra
velado del amor en cada palabra
y en cada objeto.
No sé qué pueda entregarte,
si, la verdad, nada poseo.
¿No ves que cuanto preciso
dentro de mí lo encuentro
cuando enmudecen mis ojos
en busca del silencio?
Silencio descomunal;
gigante que habita
gigante que habita
en el lugar alto y secreto.
Hace tiempo que me abandonaron
todos mis deseos
y que vine a sentarme
al borde de lo inmenso
a escuchar, frente a este océano,
el fragor sordo de las olas
que aplacan la sed
de mis pies inquietos.
Si vienes conmigo, te lo enseño
con una condición indispensable:
que tu alma se desvista
de todo empeño vano,
y que este único anhelo crezca
tan grande que se torne mar
e interrumpa tu sueño.
No tengas miedo.
Será como colocarse
un par de ojos nuevos.
Ojos que penetran
a través de lo aparente
a través de lo aparente
para besar los misterios.
Seremos, entonces, como dos aves
que entregan su libertad al cielo.
No sé qué pueda yo darte,
si sólo tengo este océano.
0 comentarios