Infierno

Solía mirar sin descanso en todas direcciones, acosada por el impulso de enamorarse a primera vista. Y lo hizo de una promesa que vio cruzar, rauda, por el rabillo del ojo y a la que le entregó el alma justo antes de girar la cabeza y encontrarse con una sombra que se desvanecía junto con su anhelo. «¿Por qué siempre lo mismo?», se preguntaba mientras volvía a separar una vez más sus lágrimas de entre los escombros ─atesorándolas para futuras decepciones─ momentos antes de regresar a la costumbre de mirar hacia todas partes, sin tregua ni orden, perseguida por el incombustible deseo de enamorarse a primera vista.

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