Opuestos
el que negamos
y creemos que nadie ve,
se delata en silencio
bajo el grito
de la máscara de polo contrario.
Extremos
que, halando
hacia nortes opuestos,
se tornan trampa
el uno del otro. Huyendo
hacia ningún lado,
se evitan, en el mismo cepo,
la risa y el llanto.
En la virtud
de querer ser perfectos,
nos atrapa el pecado
de no amarnos.
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