El camino de lo verdadero
es fácil distinguir el camino de lo verdadero;
el corazón canta alto entonces.
Pronto, sin embargo, perdemos nuestros oídos
y el corazón queda enterrado
bajo una lengua
que aprende a ocultar quiénes somos
a cambio de afectos fatuos.
Ahora, vagamos por la vida
buscando dónde agarrarnos;
pretendiendo ser rescatados
por la luz que brilla en otros ojos,
por las palabras que salen de otros labios.
Mientras tanto,
nuestro destino aguarda, en el origen,
nuestro destino aguarda, en el origen,
a que despierten nuestros pasos;
el corazón, libre
de la superstición del miedo,
vuelve a elevar su canto
para señalar nuestro regreso; repitiendo:
El Amor no te ha olvidado. El Amor
no te ha olvidado. El Amor no te ha olvidado...
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