Descalzos
hemos olvidado
que el propósito
por el que el alma
escoge unos zapatos
no es el de adquirir objetos
que añadan peso
a nuestros pasos,
sino el de entregar,
en nuestra voz
y en nuestras manos,
la verdad y la gracia
que, desnudas, bailan
en nuestro ardiente corazón;
hasta ese día
en que, tras quedar vacuos,
podamos, de nuevo,
partir descalzos.
0 comentarios