Lo mío


De manera inconsciente, mientras dejábamos de recordar cómo ser niños, también nos desprendíamos de la confianza en la fluidez de la vida: en que una nueva experiencia ─fresca, prodigiosa y necesaria─ vendrá a ocupar el vacío que deja lo que va quedando detrás de nosotros a medida que el tiempo avanza.

Aprendimos a utilizar la palabra mío para retener y controlar; para enjaular todo lo que creemos fuente de felicidad; y para hacernos daño cada vez que contemplamos cómo el río de la existencia se lleva algo que era un préstamo y que ya no necesitamos.

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