Sequía
Como un terreno azotado por la escasez de lluvias, nos agrietamos cuando el amor hacia nosotros mismos se torna selectivo.
Incapaces de contemplarnos frente al espejo como un milagro, nos exigimos una perfección inútil ─sustentada en valores superficiales y vacíos─ que nos aleja de quienes somos para extraviarnos en quienes deberíamos ser.
Acallamos lo que nuestro corazón anhela expresar y buscamos seguridad fuera de nuestros límites comparándonos, fingiendo, devaluándonos..., hasta que nos secamos. Y aun así, a pesar de los golpes recibidos, el prodigio que somos permanece fiel e intacto a la espera de que nos miremos ojos y nos reconozcamos.
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