que no llevabas nada bien
estos días extraños;
que sientes miedo
de volver a abrir la puerta
y que nada siga
en el lugar que lo dejaste.
Mi recelo
es justo el contrario:
regresar a la vida y comprobar
que nada ha cambiado;
que los ombligos
siguen mirando a los ojos
y que los corazones
no han dado la vuelta
al cartel de «CERRADO».
De nada habrá servido
tanto encierro, tanto aplauso.
Ya he aceptado que las cosas
siguen su curso
y que nada es en vano.
Lo inesperado asalta
nuestro sueño
cuando menos lo pensamos
para recordarnos
que todo se trata de permitir...
de hacernos a un lado;
de no entorpecer el fluir
de la compasión en nuestras vidas;
de no juzgar qué es posible o no,
y de solo dejar que las cosas
pasen a través de nosotros.
De no llevar siempre la contraria
a la Gran Mente
y a su voluntad de encarnar
perfección en el mundo
gracias a nuestra receptividad.
Quizá no ahora, pero algún día
nos permitamos ese derecho...
- 28 abr 2020
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