La música que somos

Somos música
desde antes de nacer.
Portamos un tambor en el pecho
que empezó a sonar
cuando llevábamos solo
cuatro o cinco semanas
enraizando.
Antes de ese tiempo,
el tañido era solo premura
que buscaba un eco
en el ritmo de otra sangre
a la que seguirle el compás;
el tempo; los pasos.
Impaciencia por ser
hoguera sobre la tierra;
por ser río que brama
mientras persigue su propio mar.
Las almas se asoman al mundo
siendo llanto que estalla
y lo abandonan tornándose
suspiro que regresa
a una canción callada.
Somos lo que habita
entre esos dos corchetes mudos.
La conciencia no se crea
ni se destruye,
nace y retorna a través
de las aberturas
que encuentra. Sin esfuerzo.
Como la música. Como lo que somos
desde antes de nacer.

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