Uno de esos días
en los que solo necesito un abrazo.
Un día de esos
en los que el dolor y el miedo
corren delante de mí
en busca de un lugar
donde ser amortiguados.
Caer no me preocupa; tu pecho
es siempre red que evita
que termine tocando el asfalto.
Tu hombro, cauce
que recoge mis lágrimas
antes de que estas arrasen la fe
que aún permanece en pie.
Hoy es uno de esos días
en los que necesito que te hagas cargo;
que sostengas por encima
de nuestras cabezas, trenzada a tu aliento,
mi llama temblorosa;
que tu voz sea mi entereza
y, tus huellas, mis pasos.
Hoy es uno de esos días; un día de esos
en los que necesito que me digas
que estoy a salvo.
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